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“Porque cada revolución de la tierra en torno al sol es un paso adelante, adelante”.  D. H. Lawrence.   Siempre que se da el primer paso en algún proyecto, nunca sabemos cuántos pasos más daremos, ni hasta donde habremos de llegar. Lo cierto, es que en este noviembre...

Gustavo Ocando Yamarte nació en Maracaibo en 1939, en una ciudad que gozaba del servicio de un ruidoso tranvía eléctrico, con un puerto muy activo que era una referencia en los capitales de Europa. En sus calles se escuchaban las primeras emisoras transmitiendo gaitas y tangos. Ese año se produjo el pavoroso incendio en Lagunillas que arrasó por completo a ese asentamiento petrolero. Ese mismo año, nació el más grande de los gaiteros: Ricardo Aguirre, el cantor popular más querido y el maestro de escuela reconocido.
En la década de los 60 la ciudad de Maracaibo vio nacer una orquesta que logró crear un sonido prodigioso, al unir el timbre jazzístico de los saxos con el ritmo sensual de la guaracha. La banda estaba conformada por tres directivos italianos, que habían llegado a la ciudad-puerto muy jóvenes, ansiosos de triunfos, y con una sólida formación musical europea. Ellos habían vivido la atrocidad de la Segunda Guerra Mundial y buscaban un horizonte alentador, más promisor, y poder rehacer sus vidas para dedicarlas al arte sonoro. Esos inmigrantes eran Sante Pizzare, clarinetista formado en el Conservatorio Santa Cecilia en Roma. Mario Zaccheddu nativo de Sicilia, al sur de Italia, ejecutante del órgano y el bandoneón. Y Giuseppe Terenzio oriundo de Bari, la ciudad a orillas del Mar Adriático, quien había comenzado en la música a los 7 años como baterista, fue un niño prodigio que tocaba en los nigth-clubs acompañado por su padre. Después estudió piano y violín con maestros particulares de gran sabiduría, finalmente se decantó por el saxofón y el clarinete. Lo llamaban los amigos “Pepino”, un arreglista sin parangón. Estos tres expatriados con almas de artistas, se unieron al gran cantante falconiano y saxo tenor Tino Rodríguez, con el contrabajista Omer Medina Añez, el maestro Mario Alfaro en el saxofón alto. También participaron como miembros fundacionales, el fagotista José Ángel Primera ejecutando el saxofón barítono y Heberto Valladares en las congas. Así nació el Súper Combo Los Tropicales (SCLT).
La Bahía de Cata con sus finas arenas recibe al poderoso mar Caribe, lo hace apacible en ese arco azul al norte de Venezuela. Con sus brazos montañosos, la tierra de Aragua lo enmarca, lo limita y lo hace un paraíso costero. En ese paraje de aguas esmeraldinas y vientos salobres, nació Francisco Pacheco el 10 de octubre de 1955. Como todo hombre oriundo de una ensenada, tuvo un apresto natural para captar sonidos del viento, el restallar de las olas y el canto de las aves marinas.

Esa tarde de mayo se tornó en un tiempo de tedio en la isla de Puerto Rico. Maelo soboreaba un café recién colao junto a su madre Margarita Rivera, veían la televisión en silencio, sin mucho interés, cuando un infarto destrozó el corazón de ese...

La gaita tiene nobles embajadores y voluntarios generosos en varios puntos del globo terráqueo. Son gaiteros que han emigrado por distintas razones o motivaciones, y en paralelo a sus trabajos diarios, cultivan la gaita, la tocan con amor y en cierto modo: la promueven, la...

“Una persona era libre cuando podía moverse como deseaba, el criterio era: yo puedo, y no yo quiero”. Hannah Arent (Alemania, 1906-1975).   Como todo vasco, Fernando Savater disfruta la buena mesa, las tertulias largas y amenas, la música del mundo y sus interminables lecturas monacales. Nació en Euskadi, Donostia (San Sebastián) el 21 de junio en 1947. Fue un niño lleno de preguntas, de interrogantes que aún sigue tratando de resolver después de dedicar toda su vida a la filosofía. Es celebrado catedrático de la Universidad Complutense, autor de libros que se han convertido en indiscutibles superventas: “Ética para Amador” (título en homenaje a su hijo, de 1991) “El contenido de la felicidad” de 1996, “Las preguntas de la vida”. Libros de una gran sencillez, con un talante pedagógico: son como cartas abiertas a los estudiantes que le siguen en buena parte del mundo occidental.
Luego de librar grandes batallas en el mar y en tierra firme, zarpó para siempre el capitán de altura Hugo Figueroa Brett, el niño pintor que había nacido en Carirubana el 28 de junio de 1940 se marchó en paz, dejando un indescifrable silencio en su querido “Paradiso”, su hogar-academia. Hugo era hijo de un avezado marino: Natividad Figueroa, hombre que en su edad madura captó la belleza genuina del puerto marabino en sus lienzos. Su madre, Carmen Mercedes Brett, fue una mujer de verbo germinal, una maestra enamorada de los libros. A través de sus progenitores llegaron a su vida sus dos grandes pasiones; la pintura y la poesía: las dos mitades existenciales del ser-esencia de Hugo Figueroa Brett.
La agrupación UGD (La Universidad de la Gaita) nació en 1980, producto de una división del conjunto Cardenales del Éxito. Su primer álbum se convirtió en un clásico, una auténtica joya de la producción gaitera: “100 años de gaita”, un doble álbum de vinilo con fotos en sepia del puerto de Maracaibo del siglo XIX. Sus integrantes fundacionales fueron Renato Aguirre, Ricardo Cepeda, Astolfo Romero, Ender Fuenmayor, Danelo Badell y Ricardo Portillo, entre otros. De esa primera producción nacieron clásicos icónicos como “Aquel zuliano”, “La prenda de un pueblo” y “Cita con Ricardo”.