07 Ene Comenzar el 2019 con la palabra por delante
Comienzo el 2019 con grandes expectativas, con muchos proyectos comunicacionales y culturales en marcha. Quizá el más ambicioso sea publicar dos libros que he terminado: uno de crónicas latinoamericanas. Como afirmó el maestro Gabriel García Márquez: “La crónica es un cuento que es verdad”. Ese es mi género periodístico predilecto, lo utilicé en mi libro “La gaita en crónicas” (LUZ, 2015). El otro libro es un poemario, y sobre la poesía (la máxima expresión de la lengua) el gran escritor Octavio Paz dijo: “Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro”. Yo soy un trabajador de la palabra, siento un profundo compromiso con lo que ella implica y genera, bien sea: hablada o escrita. Por ello quiero compartir con mis lectores tres poemas de ese texto en etapa de revisión final, entendido como una entrega de año nuevo para ustedes, con mi mayor gratitud y el mayor respeto:
I
CANES LLOROSOS
Al maestro Hugo Figueroa Brett.
Algunos viajeros, en su paso fugaz
por esta ciudad de aguas mansas,
aseguran haber visto
perros con lágrimas en sus ojos,
con sus hocicos bañados de sal,
deambulando como bestias ciegas
tras el rastro de sus antiguos dueños.
Nadie quiere ahora recordar
a esos canes llorosos
terriblemente solos;
en el más absoluto desamparo,
sin amos,
en una ciudad casi animal:
urbe feroz.
II
EL CORAZÓN DE LOS CAMINOS
A Marisela Árraga, mi esposa.
A esta hora
escucha el corazón de los caminos
con su latir a veces cansado,
pero, aun así, incesante.
Las distancias,
las lejanías,
los confines tan remotos
no logran ocultar tu rostro.
Camino, y a mi paso
van naciendo nuevos senderos.
Quiero llegar hasta tu morada,
estar ante ti
y beber de tus afluentes,
escrutar tus dominios
y tocar tu zona más íntima,
aún intacta de saqueadores y fantasmas.
III
OSCURANA
A Leandro Lenin Montiel, in memoriam
Los peces se desplazan desnudos
con los ojos inmóviles
como relojes plateados detenidos.
No tienen más ropajes
que las profundidades de este lago dulce,
habitáculo de los hombres de agua,
hijos del dios Añú.
La luz de luna los guía,
es un faro sumergido
en un mundo de silencios líquidos,
de ecos acuosos.
Es una lámpara lunar
en la azulada oscurana,
la misma que enloquece
a los marinos en tránsito,
a los navegantes que se perdieron en su retorno.
Espero que estos tres poemas llenen su tiempo de solaz, logren crear imágenes y sensaciones que hagan más soportable esta vida. Como dijera el maestro Jaime Sabines: Sean parte de la hermosa vida.
León Magno Montiel
@leonmagnom
leonmagnom@gmail.com
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